Karma...
   

Karma...

¿Qué es karma?

Podríamos ver la vida como un camino lleno de piedras de colores, donde, para llegar al final, debemos recoger todos los colores que hay. Cuando ya hemos tomado todas las piedras de colores percibimos una sensación inexplicable en nuestro interior que nos inunda y nos trasformamos en luz. Pero, no podremos transformarnos en luz hasta que no hayamos recogido todas las piedras de colores. Esas piedras representan partes de nuestra alma. Alma dividida por nuestras decisiones. Tal y como le enseñara un maestro una vez a su discípulo: Karma es todo aquello que rechazas o no aceptas desde el corazón. Pero, más allá de cualquier respuesta conceptual, lo que hace complejo al karma no es su definición, sino su vivencia, su paso por nuestro cuerpo. Nuestro cuerpo es como un niño que desea hacer lo que siente y, junto a las emociones y pensamiento, muchas veces es motivo de perdición si no sabemos tener una autoridad amable, pero firme con ´él. De nuestras debilidades emocionales y falta de sabiduría nacen el karma, la dualidad y el ego o falso yo.

Todo lo que separa al ser de la unidad es karma. A diario enfrentamos cosas que atentan nuestra unidad, pero recuperarla es fundamental para continuar la evolución del alma. El sentimiento de unidad brota del corazón. Cuando más cosas rechazas de corazón, más se dividirá tu alma. Cuando más se divide tu alma, más débil serás y más karma tendrás que afrontar. La iluminación es un camino de unificación, de recomposición, de recuerdo, de liberación del karma y esto se alcanza al ir integrando en nuestro corazón todo, conscientemente, hasta que hayamos recuperado nuevamente la fraternidad perdida con el cosmos.

Aprender a discernir el karma ajeno.

Una de las mayores cosas que atentan a la unidad del trabajador de la luz, debido a su gran sensibilidad, es el no aprender a separarse de los lazos que el karma de los demás nos lanza. 

¿Como sería esto?, muchas veces nos encontramos en situaciones que el afecto y cariño que sentimos por alguien nos hace tomar personalmente las cosas que a esa persona le suceden en su viaje de vida y que debe aprender para continuar, otras veces son ellos mismos quienes nos atribuyen a nosotros el no hacer algo que ellos deben hacer. Nos culpan de su falta de perdón y aceptación y, en última instancia, de su falta de amor a ellos mismos. Estas situaciones, muchas veces, son como un pozo de lodo en que puede caer un trabajador de la luz confundido y quedar ahí atrapado, perdiendo un caudal de luz y energía importante porque piensa que todo lo que haga con amor será correspondido inmediatamente por todas las almas. Esto no es así siempre.

Por más que nos cueste comprenderlo, cada uno va por su propio camino hacia la luz. Cuando hacemos algo guiados por el amor y la unidad y nos encontramos con un pensamiento violento y separatista como respuesta, debido a la división que hay en la mente y el corazón de esa persona, nos confundimos y somos capaces de tomar el camino equivocado y también nosotros caer en la dualidad. A esto, los antiguos le llamaban el gran riesgo de caer en el abismo de los otros.

Para evitar esto, hay que aprender a usar lo que los mismos monjes llamaban el discernimiento:  ese espacio de intimidad y silencio necesario que hay que darse para meditar una difícil decisión, la cual sentimos es importante y frente a la que no estamos seguros sobre que dirección tomar. Un tiempo para ver el camino más claramente.

¿En que esta basada la identidad de un trabajador de la luz?

Frente a todas las dudas, nunca olvides que -como trabajador de la luz- posees un poder que te guía y está aferrado a ti: es el amor. Cuyo reflejo manifiesto más fiel en esta dimensión es la paz, nunca me cansaré de repetirlo, la paz es el medio que nos hace saber que estamos en el camino de la unidad y el regreso al hogar. La dualidad atenta contra estos poderes. No permitas ideas separatistas en tu pensamiento por muy bien justificadas que se presenten, porque debilitarán la energía de tu corazón y dividirán tú alma.

Cada vez que estés frente a una situación que no sepas cómo resolver, pregúntate ¿Qué haría el amor en esta situación? Y la luz y comprensión afluirán a tu conciencia como un manantial inagotable que purifica todo a su paso. Ama sin olvidar que tu prójimo más cercano eres tú mismo. Ama sin olvidarte de ti. Existen muchas personas que hablan de amor y paz, pero están presas de la dualidad. Están encadenadas a una herida kármica que no pueden perdonarse y eso las debilita y van por la vida tomando diferentes actitudes (victima, déspota, prepotente) para sentirse más fuertes. En verdad, lo que hacen es tomar la energía de otras personas porque ellos mismos son como una bolsa sin fondo que pierde a chorros su energía vital.

El perdón y aceptación a uno mismo como llave de liberación kármica.

Todo los que nos roba la paz nos hace débiles, enferma el alma y aleja del hogar.Esa pérdida de energía vital que sufren muchas almas es producto de la falta de perdón y aceptación a sí mismos primero, y esto no les permite perdonar ni aceptar a los otros que comparten su vida tal cuales son. Están presos del dolor, el temor, la culpa y todas las creencias opresoras de baja frecuencia que, como virus, se adueñan de la mente del ser y desde allí comandan sus emociones conductas y percepciones y, de este modo, configuran su realidad. Es su paradigma existencial y el modo primordial que tienen de relacionarse con los demás. Esto los mantiene en un nivel bajo de energía constante y un estado de conciencia inferior, esclavizada.


Cuando el trabajador de la luz, por creer que puede ayudar a todos, da un amor inconsciente de las leyes del universo y se olvida que también debe recibirlo, se hace vulnerable a las trampas del karma ajeno. Existe una sutil soberbia al creer que podemos solucionar todo, eso nos hace olvidar uno de los mayores principios del universo: El equilibrio que hay en todo para mantener la unidad. Esto es, el dar y el recibir. De otro modo, solo encontrarás abismos en los otros. Cuando dejamos de lado la práctica del equilibrio en nuestra vida, el camino hacia la disolución de nuestra alma habrá comenzado. Y así nace el karma.

El Alumno preguntó:
¿maestro, qué es el karma?
El Maestro respondió: Todo lo que provoca división en el ser.
Alumno: ¿qué cosas dividen al ser?
Maestro: Todo lo que escapa a la mirada de su corazón.

Autor: Federico Acosta