Cuando nos sentimos heridos emocionalmente, pueden  surgir memorias que la mayoría de nosotros quiere arrojar  al sótano del inconsciente. Pensamos que el tiempo se  encargará de curarlas, pero ellas continúan volviendo.  He aquí un método mucho más efectivo para curarlas...   "Si te estás sintiendo desgraciado, deja que esto sea  una meditación. Siéntate en silencio, cierra las  puertas. Primero, siente la desgracia con tanta intensidad  como sea posible. Siente el dolor. Alguien te ha insultado:  Ahora, la mejor manera de esquivar el dolor consiste en ir e  insultarle, a fin de poder estar ocupado con esa persona. Eso no es meditación.
Si alguien te ha insultado, agradécele porque te ha dado  la oportunidad de sentir una herida profunda. Esa persona ha  abierto una herida. La herida puede haber sido creada por  muchos, muchos insultos que has padecido en toda tu vida;  puede que esa persona no sea la causa de todo el  sufrimiento, pero ha disparado un proceso.
Simplemente cierra tu habitación, siéntate en silencio,  sin enojo por la persona, pero con total atención al  sentimiento que está surgiendo en ti: el sentimiento de  dolor porque has sido rechazado, porque se te ha insultado.  Y, entonces te quedarás sorprendido pues no sólo esa  persona está ahí: todos los hombres y todas las mujeres  y toda la gente que alguna vez te ha insultado empezarán a  pasar por tu memoria.
Empezarás no solo a recordarlos, empezarás a revivirlos.  Entrarás en una especie de primal. Siente el dolor, siente  la pena, no la esquives. Por eso es que, en muchas terapias  se le pide al paciente que no tome droga alguna antes de que  empiece la terapia, por la razón simple de que las drogas  son una forma de escapar de tu miseria interior. No te  permiten ver las heridas, las reprimen. No te dejan penetrar  en tu sufrimiento y, a menos que penetres en tu sufrimiento,  no puedes ser liberado de su aprisionamiento.
Es perfectamente científico dejar todas las drogas antes  de entrar en la terapia, si es posible incluso drogas como  el café, el té, el cigarrillo, porque son todas formas  de escapar. ¿Has observado? Cuando te sientes nervioso  inmediatamente empiezas a fumar. Es una forma de evitar el  nerviosismo; te entretienes fumando. En realidad es una  regresión. El cigarrillo te hace sentir otra vez como un  niño – despreocupado, irresponsable- porque el  cigarrillo no es más que un seno simbólico. El humo  caliente te lleva simplemente otra vez a los días en que  te alimentabas del pecho materno y la leche tibia iba  penetrando: El pezón se ha convertido en un cigarrillo. El  cigarrillo es un pezón simbólico. Por medio de la  regresión esquivas las responsabilidades y las penas de  ser adulto. Y eso es lo que sucede con muchas, muchas  drogas.
El hombre moderno está drogado como nunca antes, porque  está viviendo en un gran sufrimiento. Sin las drogas  sería imposible vivir con tanto sufrimiento. Esas drogas  crean una barrera; te mantienen drogado, no te permiten la  sensibilidad suficiente para reconocer tu pena. La primera  cosa a hacer es cerrar las puertas y detener toda clase de  ocupación: mirar la tele, escuchar la radio, leer un  libro.
Detén todas las ocupaciones, porque eso también es una  droga sutil. Permanece simplemente en silencio,  completamente solo. Ni siquiera ores, porque eso nuevamente  es una droga, empiezas a entretenerte, empiezas a hablar con  Dios, te escapas de ti mismo. Atisha lo dice: simplemente  sé tú mismo. No importa el dolor, no importa el  sufrimiento producido. Ante todo experiméntalo en su total  intensidad. Será difícil, tendrás que entregar el  corazón: Puede que empieces a llorar como un niño, puede  que te revuelques por el suelo por la profundidad de la  pena, tu cuerpo puede tener contorsiones. Puede que te des  cuenta súbitamente de que la pena no sólo está en el  corazón, sino en todo el cuerpo, de que duele por todas  partes, de que es penoso por todas partes, de que todo tu  cuerpo no es otra cosa que dolor. Si lo puedes experimentar-  esto es de tremenda importancia- entonces empieza a  absorberlo.
No lo deseches. Es una energía tan valiosa, no la  deseches. Absórbela, bébetela, acéptala, dale la  bienvenida, siéntete agradecido. Y, puedes decirte: "Esta  vez no voy a esquivarlo, esta vez no voy a rechazarlo, esta  vez no voy a desecharlo. Esta vez me lo beberé y lo  recibiré como a un huésped. Esta vez lo voy a digerir".
Puede que te lleve unos pocos días el ser capaz de  digerirlo, pero el día que esto suceda habrás dado con  una puerta que te llevará realmente muy, muy lejos.   Una nueva jornada ha empezado en tu vida, te estás  desplazando hacia una nueva clase de ser, porque  inmediatamente, en el momento en que aceptas la pena sin  ningún rechazo, su energía y su cualidad cambian. Deja  de ser una pena. En realidad uno se queda sorprendido, no lo  puede creer, es algo tan increíble. Uno no puede creer que  el sufrimiento pueda ser transformado en éxtasis, que la  pena se puede convertir en gozo. Cuando una cosa cualquiera  es total, se transforma en su opuesto.
 Éste es un gran secreto que debe recordarse. Cuando algo  es total se cambia a su opuesto, porque no hay forma de  seguir adelante; se ha llegado al final. Observa un viejo  reloj de péndulo. Lo hace una y otra vez: el péndulo va  hacia la izquierda, a la extrema izquierda, y luego hay un  punto que no puede traspasar; entonces empieza a moverse  hacia la derecha. Los opuestos son complementarios. Si  puedes sufrir tu sufrimiento en su totalidad, con gran  intensidad, te quedarás sorprendido... No serás capaz  de creértelo cuando sucede la primera vez, que tu propio  sufrimiento absorbido voluntariamente, con aceptación, se  convierta en una gran bendición. La misma energía que se  convierte en odio, se convierte en placer; la misma  energía que se convierte en sufrimiento, se convierte en  bendición".
Osho, extracto de El Libro de la Sabiduría, capítulo 5 
