Causas emocionales de los accidentes
   

Causas emocionales de los accidentes


Un accidente es un suceso no previsto, por lo que es frecuente que se considere producto del azar. Con mucha frecuencia se oye decir que el azar no existe. Lo importante de un accidente es observar qué parte del cuerpo resulta herida, así como la gravedad de la lesión. Si el accidente produce una fractura, consulta dicha palabra, además de la presente.

El accidente se produce para que la persona se dé cuenta de que se siente culpable, que se acusa de algo en el nivel del YO SOY. Por ejemplo, una madre está realizando sus quehaceres y su hijo la llama desde otra habitación de la casa. Ella finge no haber oído porque le parece que puede esperar y, al seguir haciendo sus labores, se cae y se lastima una pierna. Si se hiciera la pregunta: “¿En qué estaba pensando?”, se daría cuenta de que se estaba sintiendo como una madre sin corazón. Por ello se lastimó la parte del cuerpo que contribuyó a que fuera una madre así.

Tener un accidente es una de las formas que los seres humanos utilizan para neutralizar su culpabilidad. Creen que así pagan su culpa. Desafortunadamente, todo esto sucede de un modo inconsciente.

Cuando los efectos de un accidente son lo bastante graves para impedir que la persona trabaje o haga alguna cosa en especial, estamos ante una forma inconsciente de concedernos un descanso.

Esta persona se sentiría demasiado culpable si decidiera conscientemente darse un respiro.

Debes revisar tu percepción mental de la culpabilidad.

De acuerdo con nuestro sistema legal, una persona es declarada culpable cuando se comprueba, sin lugar a dudas, que quiso hacer daño intencionalmente.

Te sugiero que te preguntes, cada vez que te acuses, si de veras tuviste la intención de causar daño. Si no fue así, deja de acusarte, pues no hay razón para el castigo.

En el ejemplo antes citado, ¿crees que la madre quería hacerle daño a su hijo? Por otro lado, cuando una persona es culpable, la ley de causa y efecto se ocupa de ella, porque todo nos regresa según nuestra intención.

Una persona prudente y responsable se reconoce culpable cuando es el caso, pide perdón a la persona perjudicada y acepta la idea de que un día aquello le será devuelto.

Al ser consciente, lo vivirá de una forma armoniosa, en la aceptación, y sabrá que todo está en orden, de acuerdo con la justicia divina.

Si tu accidente fue provocado de manera inconsciente para poder descansar, es importante que te des cuenta de que podías haberte permitido ese descanso sin causarte daño, utilizando un medio mucho más sencillo: plantear abiertamente tus necesidades.

Si tu accidente es importante y te produce un gran dolor, como en el caso de una FRACTURA, ello indica que tienes pensamientos de violencia hacia alguien; poco importa que seas consciente de ellos o no. Como no te puedes permitir este tipo de actitud y esta violencia ya no puede ser contenida, se vuelve contra ti.

Debes liberarte y expresar lo que sientes hacia la persona involucrada, sin olvidar perdonarte por estos pensamientos.

El accidente suele ser sinónimo de culpabilidad. Está conectado con mis culpabilidades, con mi modo de pensar y con mi funcionamiento en la sociedad.

También denota cierta reacción hacía la autoridad, incluso varios aspectos de la violencia. Puede suceder que tenga dificultad en afirmarme frente a esta autoridad, a hablar de mis necesidades, mis puntos de vista, etc. Entonces “me hago violencia” a mí – mismo.

El accidente indica una necesidad directa e inmediata de pasar a la acción.

La necesidad inconsciente de cambio es tan grande que el pensamiento usa de una situación extrema, incluso dramática para que tome consciencia que debo probablemente cambiar la dirección que actualmente estoy tomando.

Es una forma de auto – castigo consciente o inconsciente.

La parte del cuerpo herida durante el accidente habitualmente ya está enferma o debilitada, bien por una enfermedad, una dolencia, un corte, una quemadura o cualquier predisposición a los accidentes.

El accidente me permite observar esta debilidad haciéndola subir a la superficie.

El accidente también es mi incapacidad a verme y a aceptarme tal como soy.

Ya que soy responsable al 100% de mis actos y de mi vida entera, puedo explicarme más por qué me he atraído tal forma de accidente.

¿Atraído, dice Ud.? Sí, porque todo esto viene de mis pensamientos más profundos, de mis “patrones” (esquema de pensamiento que hace que se repitan acontecimientos en mi vida) o esquemas de pensamiento de infancia.

Es muy posible que me atraiga castigos si, hoy, tengo la sensación de hacer algo y de no estar correcto.

Exactamente como en mi infancia; me castigaban cuando no estaba correcto. Está esto grabado en mi mental y es tiempo de cambiar mi actitud.

El lado “moral” del ser humano lo lleva a castigarse si se siente culpable, de aquí el dolor, las aflicciones y los accidentes.

Es capital saber que puedo sentirme culpable en una situación cualquiera si y sólo sé que hago daño a otra persona.

En todas las demás situaciones, soy responsable pero no culpable.

Debo recordarme que soy mi propia autoridad (en el sentido de individuo).

Necesito tomar mi lugar en el universo.

Debo cesar de hacerme violencia.

Como ya lo escribí anteriormente, el accidente está vinculado a la culpabilidad y ésta, al miedo con relación a una situación.

El miedo a no estar correcto se percibe frecuentemente bajo el aspecto de la culpabilidad en vez del de la responsabilidad.

Frecuentemente el accidente me obliga a cesar o frenar mis actividades.

Sigue algún período de planteamiento.

Manteniéndome abierto y objetivo con relación a mí – mismo, descubriré rápidamente la o las razones de dicho accidente.

¿Perdí el control de la situación?

¿Es para mí el momento de cambiar de orientación?

¿Tengo dificultad en escuchar los signos interiores o mi intuición, de tal modo que me atraigo un signo radical en el plano físico?

¿Observé cómo se produjo el accidente?

¿Cuál era mi estado antes y después?

Es muy importante volver a ver las condiciones que rodean el accidente; analizo las palabras usadas y tomo consciencia que ponen en evidencia lo que vivo en el momento del accidente.

Observo todos los signos y símbolos de esta situación (accidente) y escucho mi voz interior para encontrar una solución que me evitará probablemente empeorar todo esto.

La predisposición a los accidentes es un estado que se produce durante una relación conflictual con la realidad, la incapacidad de estar plenamente presente y consciente del universo tal y como se presenta a mí.

Es como si quisiera estar en otro lugar.

Estoy desconectado de lo que sucede alrededor mío, quizás porque encuentro mi realidad inaceptable o difícil de vivir.

Necesito estar mejor conectado sobre mí – mismo para descubrir mi seguridad y mi confianza interiores.

FRACTURA (…ósea) 

Una fractura es la rotura de un hueso provocada muy frecuentemente por un traumatismo violento, salvo en los ancianos, cuyos huesos se han vuelto muy frágiles por la osteoporosis.

Es importante observar la utilidad de la parte del cuerpo donde se produjo la fractura para obtener más detalles de su significado.

Además de consultar esa parte del cuerpo, véase también problemas en los huesos y accidente, agregando que hubo una falta de aceptación de una ruptura o temor ante una futura lesión.

Los huesos representan la estructura de las leyes y principios del mundo en el cual vivo.

Cuando hay fractura, ésta es la indicación de que vivo actualmente un conflicto interior profundo.

Puede estar en relación con rebelión o reacciones frente a la autoridad (de la cual quiero cortarme).

Esta fractura me señala que no puedo seguir así y que se impone un cambio.

La localización de la fractura me informa en cuanto a la naturaleza de este conflicto.

Si la fractura tuvo lugar en un accidente, hay que ver cuál es la culpabilidad que vivo con relación a esta situación.

Los huesos representan también el sostén, la estabilidad y una fractura puede ser un aviso de que he de separarme de mi pasado, dejarlo ir con flexibilidad para evitar un estrés inútil y pasar a otra etapa de mi evolución.

Me condicionan mis normas hacía mí – mismo o la sociedad al punto de que exija cierta perfección e incluso sea rígido?


¿Presté más atención en las actividades físicas en detrimento de los aspectos espirituales de mi vida?

Para recobrar esta libertad interior, tomo consciencia de lo que me molesta.

Acepto amarme suficientemente para expresar lo que siento.

Encontrando otra vez mi libertad interior, recobro la libertad de mis movimientos.


Bibliografía:
Obedece a tu cuerpo, ¡Ámate! por Lisa Bourbeau
Diccionario de las Emociones - Sánate y Sana