La honestidad en las relaciones
   

La honestidad en las relaciones

Será que se nos ha olvidado como ser honestos? ¿Será que ya no vemos la honestidad como un valor importante del ser humano?

La honestidad es una cualidad humana, el respeto a la verdad, que buscamos y, en cierta manera, exigimos a las personas con las que compartimos algún tipo de relación, ya sean amigos, pareja o hijos. La mayoría de los seres humanos lo vemos como un valor importante para que las relaciones humanas se desenvuelvan y crezcan en un ambiente de confianza y armonía. Es una virtud que nos aporta seguridad y credibilidad en las personas, y en ocasiones hasta admiración. Tristemente, recibimos mensajes que nos alejan de cultivar este tipo de valores y nos acercan más  a un mundo de apariencias y frivolidad. ¿Será que los seres humanos hemos evolucionado (o regresado)  que ahora la seguridad y la confianza nos la aportan otras apariencias sociales que no están relacionadas con la honestidad? Y si no es así, ¿por qué la tenemos tan olvidada?

Podemos ser honestos y directos acerca de nuestros límites en las relaciones y  acerca de los parámetros de una relación en particular con lleva a  tener el valor de hacernos las preguntas más difíciles y  contestarlas con la verdad. Estas respuestas incluyen nuestras creencias, deberes, valores, responsabilidades y postura hacia la vida. Si anhelamos una vida de armonía y paz interna es necesario ser honestos con nosotros mismos.

Algunos de nosotros salimos con alguien o  no salimos con nadie.
Algunos de nosotros estamos viviendo con alguien o  quisiéramos salir con alguien.
Algunos de nosotros quisiéramos tener una relación de compromiso o nos embarcamos en relaciones nuevas después de la recuperación.
Algunos de nosotros permanecemos dentro de la relación que teníamos antes de comenzar la recuperación.

También tenemos otras relaciones. Tenemos amigos. Relaciones con los hijos, con los padres, con el resto de la familia. Tenemos relaciones profesionales, relaciones con gente en el trabajo.

Necesitamos ser capaces de ser honestos y directos en nuestras relaciones. En un área en la que podemos ser honestos y directos es en los parámetros de nuestras relaciones. Podemos pedirle  las demás personas que sean  honestas  y directas  al definir su punto de vista acerca de su relación con nosotros.

Causa confusión estar dentro de una relación y no saber dónde estamos parados, ya sea en el trabajo, en una amistad, con miembros de la familia, o en una relación amorosa. Tenemos derecho a ser directos acerca de cómo definimos la relación, qué es lo que queremos que sea. Pero las relaciones igualan a dos personas que tienen iguales derechos. La otra persona necesita ser capaz de definir la relación también. Tenemos derecho a saber y a preguntar. Lo mismo ellos.

La honestidad es la mejor política.
Podemos fijar límites. Si alguien quiere una relación más intensa que nosotros, podemos ser claros y honestos acerca de lo que queremos nosotros, acerca del nivel de participación que nos proponemos tener. Podemos decirle a la persona lo que puede esperar razonablemente por parte nuestra, porque eso es lo que queremos dar.

La forma como la persona lo maneje es asunto suyo. Si se lo decimos o no es asunto nuestro.

Podemos establecer límites y definir las amistades cuando éstas provoquen confusión.

Podemos incluso definir las relaciones con los niños, si esas relaciones se han vuelto pegajosas y exceden a nuestros parámetros. Necesitamos definir las relaciones amorosas y lo que éstas significan para cada perdona. Tenemos derecho a hacer preguntas y a recibir respuestas claras. Tenemos derecho a hacer nuestras propias definiciones y a tener nuestras propias expectativas. Y lo mismo  la otra persona.

Ser honestos y directos es la única política. A veces no sabemos que queremos en una relación. A veces, la otra persona no lo sabe. Pero entre mas pronto podamos definir una relación, con la ayuda de la otra persona, mas pronto podemos decidir el curso adecuado de conducta para nosotros mismos.

Entre mas claro nos volvamos al definir nuestras relaciones, mas podremos cuidar de nosotros mismos en esa relación. Tenemos derecho a nuestros limites, deseos y necesidades. Lo mismo la otra persona. No podemos obligar a nadie a estar dentro de una relación ni a participar al nivel que nosotros deseamos si el o ella no quieren. Todos tenemos derecho a que no se nos obligue.

La información es una herramienta poderosa, y tener la información acerca de lo que es una relación particular -los límites y definiciones de la misma- nos dará la fuerza para cuidar de nosotros respecto de ella.

Las relaciones llevan un tiempo para formarse, pero en algún punto podemos razonablemente esperar una definición clara de lo que es la relación y cuáles son sus límites. Si chocan las definiciones, somos libres de tomar una nueva decisión basándonos en la información adecuada acerca de lo que necesitamos hacer para cuidar de nosotros mismos.

“Hoy me esforzaré por ser claro y directo en mis relaciones. Si ahora tengo algunas relaciones lóbregas y poco definidas, y si les he dado el tiempo adecuado para formarse, empezaré a tomar acción para definir esa relación. Dios mío, ayúdame a dejar ir mis miedos acerca de definir y comprender la naturaleza de mis relaciones actuales. Guíame a la claridad, a pensar clara, sanamente. Ayúdame a saber que lo que quiero está bien. Ayúdame a saber que si no puedo conseguir eso de la otra persona, lo que quiero sigue estando bien, pero no es posible en el momento presente. Ayúdame a aprender a no renunciar a lo que quiero y necesito, sino dame la fuerza para hacer elecciones apropiadas, sanas, acerca de dónde conseguirlo”.

Quizá ninguna otra área de nuestra vida refleje nuestra calidad de únicos y nuestra individualidad en la recuperación más que nuestras relaciones.  Y algunos de nosotros tenemos una relación de compromiso.

Eliza Cavazos  Life Coaching