Recuerdo que de niña me subía a los árboles para poder observar en detalle un nido con pichones.
También me acostaba pensando qué se sentiría al caer en un cielo lleno de nubes.
Todavía afloran en mí sentimientos profundamente espirituales cuando estoy en contacto con la naturaleza.
La naturaleza nos brinda maravillosos modelos para imitar.
La naturaleza parece que nos dijera: Vive un día a la vez.
Los árboles no se preocupan por los fuegos en los bosques.
El agua del estanque no se irrita por las turbulencias aguas arriba.
Nunca he visto a una mariposa meterse en asuntos de sus compañeros. Todo lo creado se ocupa por su propia existencia.
Si mantengo los ojos abiertos, yo también puedo hacer lo mismo.
Se puede aprender mucho como resultado de circunstancias dolorosas aunque no sean mis únicas maestras.
Vivo en un mundo lleno de maravillas.
Hoy voy a prestarle atención a su delicada sabiduría.
¨Descubrí el secreto del mar al meditar acerca de una gota de rocío¨.
Anónimo